Había una vez un niño llamado Juanjo
Juanjo tenía solo cinco añitos y a veces se portaba bien y a veces se portaba mal
El pequeño Juanjo todavía no sabía que era un niño muuuuuy afortunado
Juanjo el pirata tenía una mamá muy buena que siempre le cuidaba
También tenía un papá que le protegía y le mimaba
Pero además de todo esto tenía dos casitas, cada una en un sitio muy diferente.
Una en un valle, y allí vivía.
La otra al lado de la playa, y allí pasaba largas temporadas.
Juanjo el pirata se lo pasaba muy bien en su casa del valle, donde tenía muchos primos y amiguitos.
Se reía mucho con sus iaios y con los amigos de mamá
Se reía mucho con sus iaios y con los amigos de mamá
En la casa de la playa Juanjo podía navegar en altamar, o salir en barco con Fede, el capitán y bañarse en la piscina.
También allí tenía amiguitos.
Pauet, Barbarroja (que a veces se transformaba en Popeye), y Olivia (la novia de Barbarroja cuando hacía de Popeye)
Y además de todo esto el pirata Juanjo tenía un mundo imaginario lleno de hadas, niños perdidos, duendes y piratas. El mundo imaginario era escenario de piratas y Juanjo le conocía como el País de Nunca Jamás.
También allí tenía amiguitos.
Pauet, Barbarroja (que a veces se transformaba en Popeye), y Olivia (la novia de Barbarroja cuando hacía de Popeye)
Y además de todo esto el pirata Juanjo tenía un mundo imaginario lleno de hadas, niños perdidos, duendes y piratas. El mundo imaginario era escenario de piratas y Juanjo le conocía como el País de Nunca Jamás.
Juanjo era un niño muy afortunado porque tenía quien le cuidaba en el valle, en la playa, y también en Nunca Jamás, donde vivía una hada que también le cuidaba y se llamaba Campanilla.
Un día Juanjo se dio cuenta de todas estas cosas y se convirtió en un pirata fuerte y valeroso, siempre acompañado por una fiel tripulación, con la que viajaba a lomos de un barco velero que un día se compró con las monedas de su hucha mágica.
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